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Radiorecetas


Las mesas de debates constituyen un formato dinámico con alto valor educativo.



LAS CUATRO PATAS DE UNA MESA DE DEBATE


Las mesas de debates constituyen un formato muy dinámico con alto valor educativo. Escuchando un debate, donde se argumenta desde posiciones contrapuestas, se entrena el músculo que solemos ejercitar menos, el del pensamiento propio.

Veamos las cuatro patas que sostienen una buena mesa de debate.


El tema

Que sea caliente, provocativo. La temperatura de un tema se consigue bien por su actualidad, bien por su carácter tabú.

Los temas de actualidad son los que están en las primeras planas de los periódicos. Si son temas políticos o económicos, procura que no escoger los que resultan incomprensibles para la mayoría de tu audiencia.

Los temas “tabú” suelen ser los relacionados con el sexo o con la religión (¿la masturbación es pecado?, ¿la píldora del día siguiente es abortiva?, ¿la homosexualidad es una enfermedad?, ¿existe el diablo?, ¿el mundo fue creado por Dios en seis días?).

O temas más cotidianos, pero siempre picantes (¿hombres con aretes?, ¿los astros predicen el futuro?, ¿qué palabras no se deben hablar delante de los hijos?). Estos asuntos, aparentemente banales, animarán a participar a la abuelita o al taxista, y serán una puerta fácil para desenmascarar los prejuicios sociales.

Ningún tema debe estar prohibido ni censurado.


Los invitados o invitadas

Éstos, naturalmente, tendrán ideas contrarias. También tendrán capacidades similares, para que el debate no se desnivele.

Tenemos la manía de invitar casi siempre a especialistas o autoridades. Sin embargo, quien suele saber más sobre un problema es quien lo padece. Debatiendo sobre el costo de la vida, podemos invitar a una ama de casa. Debatiendo sobre brujas, invitaremos a una persona incrédula y a otra que las vio volando.

¿Cuántos invitados? La mejor solución radiofónica son dos. Así no se confunden las voces. Podemos experimentar con tres invitados que sostengan posiciones contrapuestas. Cuatro o más polemistas, crearemos confusión.



El moderador o moderadora

Quien modera debe ser alguien que maneje el tema o lo haya preparado muy bien. Conocerá y aplicará la técnica del abogado del diablo con ambas posiciones.

No debe hablar demasiado ni demasiado poco. Será estricto (sin rigideces) con el tiempo y las intervenciones de los participantes. Callará al charlatán, hará hablar al callado, y nunca perderá el control del debate.

Un debate no es una entrevista colectiva. Los invitados pueden hablar directamente entre sí sin pasar necesariamente por las preguntas del moderador. Al principio, estas preguntas servirán para motivar la confrontación de ideas.

La virtud principal de quien modera es la imparcialidad. En ningún caso
debe dar o insinuar su propia opinión.

Tampoco sacará conclusiones al final del debate. Los debates siempre deben quedar abiertos y que gane quien gane. Al final, quien modera agradece a sus invitados e invita a la audiencia a seguir discutiendo.


Los dinamizadores

Además de las intervenciones de los invitados e invitadas, el moderador puede emplear varios recursos para darle agilidad al espacio.

Puede traer testigos o testigas que cuenten experiencias de vida. Puede pregrabar un sociodrama o echar mano de un radioclip de Radialistas para dinamizar el debate. También puede tener preparada una encuesta callejera o un vox pop. O pasar estrofas de una canción referida al tema. O leer una noticia reciente o una estadística impactante. O la carta de un oyente.

Por supuesto, en la segunda parte del debate, después de escuchar las primeras intervenciones de los invitados e invitadas, se pueden abrir los teléfonos para que el público pregunte u opine. Esto también dinamiza el debate.

Podemos desarrollar un debate sin invitados. En este caso, quienes conducen la radiorevista proponen el tema a través de alguno de estos dinamizadores y piden directamente la opinión del público, sea por teléfono, por chat, por mensaje de texto, o con público presente en la cabina.